A pesar de la amplia discusión sobre el fallo en las predicciones de las encuestas, es importante adoptar una perspectiva científica que relativice esta postura. Es cierto que las encuestas pueden fallar, pero es crucial reconocer que estos fallos suelen ser parciales y que cada caso tiene sus particularidades.
En la industria, debemos hacer una autocrítica y reconocer que a veces se ha sobrevendido la infalibilidad de las encuestas o no se ha expuesto con la suficiente precisión su naturaleza estadística inherente. Es necesario entender que los resultados de las encuestas no deben considerarse como los de modelos determinísticos, ya que siempre existen elementos de incertidumbre.
En el ámbito estadístico, es fundamental comprender que medir las preferencias electorales con una simple pregunta puede ser exigente y generar sesgos. También, es esencial considerar la complementación de metodologías, aunque en algunos casos puedan existir limitaciones presupuestarias o logísticas.
Por otro lado, hay factores no estadísticos que también influyen en la precisión de las encuestas, como el rol de lo inesperado, la volatilidad de la opinión pública y la reticencia de algunos a contestar encuestas políticas.
Es necesario remarcar que las encuestas:
No pueden controlar y predecir todos los factores que afectan el resultado final de una elección. En cambio, debemos analizar si lo que ocurrió estuvo dentro de lo esperable. Las encuestas son como una foto del momento en que se realizan y, al igual que una foto, no contienen toda la información necesaria para prever el futuro.
Por más de 90 años, han sido una herramienta valiosa para captar hechos sociales, comprender tendencias y patrones de comportamiento. Sin embargo, debemos recordar que al interpretar los resultados de una encuesta, es esencial tener en cuenta sus alcances y limitaciones.
Es necesario mantener una visión crítica y responsable al utilizar las encuestas como herramientas de investigación y volver a considerar a las encuestas como un instrumento de la democracia, con una clara utilidad en la comunicación entre la sociedad civil y los gobiernos.